Hace poco me regalaron un dibujo.
No era un dibujo cualquiera, aunque ningún dibujo realmente lo es.
Hace unas semanas, me regalaron una explosión de color.
|
S. (4 años, 1º de Educación Infantil) |
Los dibujos, especialmente en la infancia, son espejos. Espejos que nos hablan de madurez y de desarrollo. Que nos muestran emociones, sensaciones, sentimientos. Sin embargo, su análisis puede resultar profundamente complicado, ya sea el efectuado desde su
evolución o desde el
uso del color.
En lo que respecta al dibujo mencionado, podría aventurar que se sitúa en una etapa intermedia entre el perfilado de la figura humana y la consolidación de la forma; es cierto, no obstante, que esta obra en particular parece encontrarse influida además por la de Miró, trabajada en el aula durante esas semanas, y por la que se explicaría la abundante presencia de lunas y estrellas. Pero si algo me fascina del regalo de S. es su color. Rojo, azul, verde, amarillo, morado, rosa y negro. Una mezcla entre fidelidad al pintor y reflejo de sí misma. Una mezcla explosiva, llena de vitalidad.
Yo también comparto, como defiende Arno Sten, la idea de que los niños dibujan construyendo un mundo que es el suyo.
Y debo añadir, resulta mágico que te inviten a formar parte del mismo.
Nota: Si os interesa el arte infantil, os invito encarecidamente a visitar este interesante "museo virtual".